Ir al contenido principal

9/11 (segunda parte)

Nota: este artículo lo publiqué el año pasado en La Voz Joven.

 
9/11 – Diez años después: la caída del sueño americano?

El pasado domingo se conmemoró el décimo aniversario del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York. Sin lugar a dudas uno de los peores ataques terroristas que el mundo haya podido presenciar y del cual yo fui testigo en primera persona, en cierto modo. Como nota personal, recuerdo muy bien ese día, recuerdo por ejemplo que era un precioso y soleado martes de Septiembre sin siquiera una sola nube asomando en el cielo. Aun tengo grabada en mi retina la imagen de la torre norte desvaneciéndose frente a nuestros ojos en tan solos segundos. El derrumbe de la torre lo pude ver muy claramente desde el otro lado del río Hudson, mas precisamente desde Hoboken, Nueva Jersey, una localidad cercana a mi casa y a donde nos dirigimos con mi esposo luego de enterarnos por los medios de lo que estaba aconteciendo. A 10 años de lo acontecido aun puedo recordar con nitidez todo el caos en el que vivimos por aquellos días. Las incesantes tareas de rescate que se sucedieron durante largas semanas en la Zona Cero, los voluntarios que desinteresadamente se ofrecían a colaborar en el rescate, la ciudad aislada durante casi una semana, con los túneles y los puentes de acceso cerrados al tránsito. El sonido de las sirenas a toda hora. Las cruentas imágenes de todo aquel horror, que incluían personas saltando al vacío desde las ventanas, que la televisión local se encargo de mostrar en primera plana durante los primeros días y que posteriormente fueron censuradas con muy buen criterio. El desfile continuo por la zona cero de los familiares portando fotografías buscando con desesperacion a sus seres queridos desaparecidos en aquel desastre. La vigilia con velas que se realizo apenas unos días después del atentado en todos los puntos del país. El mutilado “skyline” neoyorquino que humeó durante largas semanas sin cesar. El miedo y la desolación dibujados en las caras de todo aquel que me cruzaba en los trenes o en la calle. Un olor a muerte y un silencio sepulcral que duro meses. Era como si el  final de la inocencia hubiera finalmente llegado para los americanos.
Es claro que en aquel 11 de setiembre se produjo un antes y un después en la vida de cada norteamericano. Y me atrevería a decir que en la de todos nosotros también, porque a partir de ese acontecimiento el mundo cambió para todos, de eso no hay ninguna duda. Todos, vivamos en Estados Unidos o no, hemos sufrido las consecuencias de aquel atentado. Mas seguridad en los aeropuertos, largas e interminables colas, viajes mas demorados, detectores de metales que atravesar, mayor vigilancia en los sitios públicos. Pero para el pueblo americano esto ha sido mas que evidente. El 11 de setiembre marco un profundo punto de inflexión en la vida de esta sociedad, y de alguna manera podría decirse que ha sido el comienzo del derrumbe del tan mentado “sueño americano”.
 El concepto de Sueño Americano fue un concepto forjado mucho tiempo atrás, en los siglos XVI y XVII, como un modo de persuasión a los ingleses para que emigren a las colonias ingleses de America del Norte y que llego a definirse mas tarde como idea en 1931 por el historiador estadounidense James Truslow Adams. Este termino se asoció siempre con la idea de prosperidad y abundancia, así también como de libertad e igualdad. De esta forma fue creciendo y se fue fortaleciendo esa ideología, esa creencia (“ethos” lo llamarían los griegos) que propiciaba a los Estados Unidos como la tierra prometida, la tierra de la libertad y de las oportunidades. Un lugar cuasi-mágico en donde todos los sueños se podían hacer realidad, tan solo bastaba el esfuerzo, el trabajo duro, la disciplina y la constancia. Luego, ese trabajo seria, casi por “arte de magia”, ampliamente recompensado por el sistema, todo en un marco de libertad y seguridad. Esto también se daba en Nueva York, podemos ver plasmado el concepto en aquella canción que magistralmente interpretaba Frankie, “If I can make it there, I’ll make it anywhere, It’s up to you, New York, New York” (si puedo hacerlo alli, lo hare en cualquier parte, depende de ti …. ), la canción  hablaba precisamente de eso, de que todo se podía lograr con esfuerzo y decisión, no hacía falta nada mas. Lo cierto es que este sistema de creencias tan arraigado en la sociedad americana brindó sus buenos frutos durante mucho tiempo y de alguna manera fue funcional a una “supra ideología” mas dominante que sustentó la hegemonía de este país en todo el mundo y consolidó su poderío económico. El plan resultaba entonces perfecto: qué mejor que tener a los ciudadanos contentos, con sus vidas felizmente realizadas, sus sueños cumplidos, y sus bolsillos repletos y listos para gastar? Tan solo necesitaban una buena casa, un par de autos, un buen ingreso económico, un gran televisor en la sala y unas cuantas cervezas en la heladera. Una vida plácida y tranquila, sin cuestionamientos. Así podría decirse que funcionaba en esencia el sueño americano. Se trataba de una burbuja de idílica (y ficticia?) felicidad en la que mantener sumergida a la sociedad entera. No importaba luego lo que el gobierno hiciera mas alla de sus fronteras, allá en el “mundo real”.
Pero todo parece indicar a estas alturas, que esa burbuja se rompió (o empezó a presentar serias fisuras) el 11 de Septiembre del 2001, y a partir de ese momento, el famoso sueño americano comenzó a desmoronarse casi tan rápidamente como lo hicieran las mismas torres aquel fatídico día. Lo que vino después en esta historia es más o menos conocido. En resumidas cuentas, como respuesta a los ataques, Bush ordena la invasión a Afganistán el 7 de Octubre del 2001 (invocando el principio de legítima defensa y con el objetivo de encontrar a Osama Bin Laden) y luego invade Irak  en el 2003 (bajo el falso pretexto de la búsqueda de armas de destrucción masiva y un intento de vincular a Hussein con Al Qaeda). Dichas guerras con sus cuantiosos gastos comenzaron a afectar sustancialmente la economía americana. Se agudizó la recesión en todo el país. La calidad de vida de los estadounidenses comenzó a verse afectada en forma notable a raíz de todo ese “gasto improductivo”. Un poco mas tarde llegaría la crisis financiera del 2008 con la caída estrepitosa de grandes e importantes instituciones financieras, como Lehman Brothers entre otras, y el millonario salvataje por parte del gobierno americano para intentar levantar de la quiebra a  algunas de estas entidades. A este panorama se le debe sumar la crisis de las hipotecas, que hoy en día ha llevado a millones de personas en los Estados Unidos a entrar en “foreclosure” (ejecución hipotecaria) y a perder así sus propiedades, por no poder hacerse cargo del pago de las altas hipotecas.
A 10 años del atentado a las Torres Gemelas, Estados Unidos se encuentra viviendo la peor crisis económica desde la depresión de los años 30, con índices históricos de desempleo y un aumento considerable y alarmante de la pobreza. En el último informe publicado por la Oficina del Censo (como resultado del ultimo censo nacional que tuvo lugar en el 2010), se establece que uno de cada seis americanos  vive por debajo del nivel de la pobreza. Casi tres millones mas de personas que el año anterior, el 2009. El índice de pobreza alcanzado es del 15,1%, es decir 46, 2 millones de personas que viven con menos de 1,000 dólares al mes. El informe también establece que el ingreso medio de las familias durante el 2010 fue de $49,445 dólares, un 2,3% menos que en el 2009, y desde el 2007, el ingreso medio ha caído un 6,4%, siendo incluso un 7,1% menor que la media del año 1999. Esto quiere decir que la brecha se esta ampliando entre los que mas perciben y los que menos perciben, y la clase media es al momento la mas afectada sin lugar a dudas, presentando un fuerte debilitamiento en toda su estructura.
El panorama no es nada alentador, ni desde lo económico ni  tampoco desde lo social. Los americanos han despertado de su largo y dorado sueño a una realidad que si bien los sintoniza con la situación global y la problemática del resto del mundo (del cual estuvieron la mayor parte del tiempo alejados), los coloca por otro lado frente a un escenario de gran incertidumbre al cual no están acostumbrados: polarización política, aumento del déficit interno, aumento del desempleo y del subempleo, crisis en los sistemas de jubilación, recesión, pobreza, bajo crecimiento económico, reducción de los niveles de calidad de vida, crisis, inflación, agudización del sentimiento de temor e inseguridad, xenofobia, fortalecimiento de la extrema derecha, temor al mundo exterior, mayor restricción a las libertades personales. Sin duda muchos de estos conceptos resultan familiares para los argentinos, pero para la sociedad estadounidense de hoy tal vez significan la mayor incógnita a la que se han enfrentado y seguramente conllevará al mayor desafío de su historia: encontrar el mecanismo propicio que los ayude a despertar de una vez por todas de su actual “pesadilla americana”. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Diner en Blanc

La consigna es vestir de “elegante” blanco, llevar dos sillas blancas, una mesa con mantel blanco, vajilla china, cubiertos, copas de cristal y delicioso “homemade meal”. También alientan la creatividad a la hora de elegir el atuendo a vestir, los accesorios y los centros de mesa. La reunión se realiza una vez al año en un lugar que los organizadores mantienen en secreto hasta tan solo unos minutos antes de la 6 de la tarde (hora de inicio). Se trata del evento “Diner en Blanc” que el pasado 18 de Setiembre cumplió su tercera edición en la ciudad de Nueva York. Esta vez el punto elegido fue el Bryant Park (localizado en la 6ta avenida y calle 42). Anteriormente las reuniones se llevaron a cabo en el Lincoln Center (2012) y en el Battery Park (2011). La idea del evento surgió hace 25 años en Paris y se viene desarrollando ininterrumpidamente en La ciudad de la Luz desde esa fecha. El concepto: reunirse con amigos y pasar una velada glamorosa y divertida en un blanco inmacu

WAKEFIELD (tu vida sin ti)

Desaparecer de nuestras propias vidas. Quién no ha tenido esa fantasía alguna vez? Ausentarnos de nuestra cotidianidad. Volvernos casi invisibles, y así poder espiar a nuestro antojo a quienes nos rodean sin ser percibidos. Suena tentador. Howard Wakefield lo lleva a cabo. El es un exitoso abogado de Nueva York que vive en una hermosa casa en los suburbios, pero que no está feliz ni con su vida ni con su matrimonio de 15 años. Hasta aquí parecería una trama muy actual y muy normal. Una noche, volviendo de su trabajo en el tren, Howard desaparece. No regresa a su casa a cenar, y su mujer después de esperarlo impaciente por unas cuantas horas y telefonearlo insistentemente a su celular sin obtener respuesta alguna, tira su comida a la basura en un gesto de evidente malestar y enfado. Sin embargo, Howard Wakefield esta siendo testigo de toda esa escena, porque él en realidad está escondido en el ático de su propio garaje, y desde allí contempla todos los movimientos de su familia e

París Theater

El teatro París en Manhattan es un cine clásico de los últimos que quedan en su estilo. Después del cierre en 2016 del Ziegfeld Theater , éste es el único en la ciudad de Nueva York con una sola sala y una sola pantalla. Fue inaugurado el 13 de Setiembre de 1948, siendo nada menos que la actriz Marlene Dietrich quien cortara el lazo inaugural en aquella oportunidad. Localizado en el 4 West de la 58th Street, justo frente al legendario Plaza Hotel , este cine se ha especializado desde sus comienzos en películas extranjeras y films independientes. Durante todo este tiempo, ha sido el destino de muchísimos intelectuales de la ciudad, así como de expertos y eruditos en materia de cine. En su sala se han proyectado casi todos los grandes clásicos y películas de muchos directores de culto como Federico Fellini y Franco Zeffirelli entre otros. Hay quienes dicen que era el cine preferido del actor James Dean cuando éste vivió en Manhattan, entre 1951 y 1954, y al