Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2012

9/11 (segunda parte)

Nota: e ste artículo lo publiqué el año pasado en La Voz Joven.   9/11 – Diez años después: la caída del sueño americano? El pasado domingo se conmemoró el décimo aniversario del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York. Sin lugar a dudas uno de los peores ataques terroristas que el mundo haya podido presenciar y del cual yo fui testigo en primera persona, en cierto modo. Como nota personal, recuerdo muy bien ese día, recuerdo por ejemplo que era un precioso y soleado martes de Septiembre sin siquiera una sola nube asomando en el cielo. Aun tengo grabada en mi retina la imagen de la torre norte desvaneciéndose frente a nuestros ojos en tan solos segundos. El derrumbe de la torre lo pude ver muy claramente desde el otro lado del río Hudson, mas precisamente desde Hoboken, Nueva Jersey, una localidad cercana a mi casa y a donde nos dirigimos con mi esposo luego de enterarnos por los medios de lo que estaba aconteciendo. A 10 años de lo acont

9/11

Hace 11 años el mal surco los cielos y se estrelló contra las Torres Gemelas de New York. Era un día martes, como hoy. Y aquel día había un cielo diáfano y celeste como hoy. Lo recuerdo muy bien, porque no podía dejar de pensar en eso mientras era testigo del horror mas impensado. A las 10:28 de la mañana, vi caer la ultima torre con mis propios ojos y esa imagen jamás se ha borrado de mi retina. Como tampoco se me ha olvidado que aquel era un perfecto día de Setiembre, con un cielo azul, claro y despejado y con la temperatura justa de los finales de verano. Por alguna razón no pude dejar de reparar en eso mientras presenciaba aquella locura demencial. En mi cabeza, atolondrada y aturdida por los acontecimientos no dejaba de repetirse el siguiente eco: “No puede   estar sucediendo esto, no. No en un día tan pleno, no con este cielo ni con este sol”. 

The Intouchables

El pasado viernes 20 de Julio, luego de haber estado casi todo el día absorta navegando  el Internet (y sufriendo) con las noticias sobre la masacre de Colorado, decidí que debía cambiar un poco el aire y me fui al cine. Si, justamente al cine, en un día en el que un cine había sido protagonista de una historia de terror como pocas. Pero ese día casualmente también se celebraba el día del amigo en mi país y me apeteció ver una película que reflexionara de algún modo sobre la amistad en un  día tan difícil. Salí entonces un par de horas antes del trabajo y me dirigí al “City Cinemas Paris Theatre” a ver “The Intouchables” o “Les Intouchables” (como es su título en francés). The Intouchables es una hermosa película francesa basada en hechos reales, que cuenta la relación (laboral al principio y luego devenida en una peculiar amistad) entre dos hombres. Uno rico, blanco y cuadripléjico; el otro pobre, negro y desempleado. Es una película muy humana, sin golpes bajos y con un sentid

El caballero de la oscuridad y de la muerte

De vez en cuando Estados Unidos amanece con la misma noticia. Un individuo (a veces mas de uno, aunque generalmente actúan solos), a todas claras un tanto alienado, perpetra una masacre en un sitio publico, o al menos en un lugar de masiva concurrencia. La escena es casi idéntica en todas las situaciones: la persona esta fuertemente armada y sin ninguna razón aparente ni previo aviso, abre fuego de manera indiscriminada, matando e hiriendo a todos aquellos que estén a su alrededor. Ese patrón se ha repetido innumerables veces a lo largo de la historia moderna de este país. Basta recordar la matanza de Columbine el 20 de abril de 1999, en el mismo estado de Colorado (no muy lejos del lugar donde esta última tuvo lugar), o la de la Universidad Virginia Tech, donde un estudiante de origen coreano de 23 años mato a 32 personas (la mayoría compañeros suyos) y luego se suicidó. Estos dos son algunos de los ejemplos, hay muchos mas casos lamentablemente que engrosan la

Pennies from Heaven

He desarrollado una costumbre desde que vivo en Nueva York. No recuerdo muy bien cuando comencé a hacerlo, pero creo que fue un día que me sentía un poco triste y necesitaba una especie de talismán. Desde hace un tiempo, levanto pennies del suelo. Me gusta mucha caminar en la ciudad, y muchas veces, cuando miro hacia abajo, suelo encontrar tiradas en la acera esas relucientes moneditas de un centavo. Es curioso porque normalmente se trata de una sola monedita, no de muchas, solo una, allí, solita. Entonces la levanto, la limpio con algún papel y la guardo en mi bolsillo. No levanto billetes de un dólar (tampoco es que abunden por la calle), ni monedas de 10 o 25 centavos (suelen verse algunas), tan solo levanto pennies . Ya llevo acumulados muchos. Algunos los llevo conmigo, en mi cartera, dentro de una pequeña bolsita dorada. Las llevo ahí todo el tiempo, y me acompañan a todas partes. Son algo así como mi amuleto de la suerte. Mi talismán contra la adversidad en la Gran Manz